lunes, 26 de octubre de 2020

Una tarde de lluvia


una tarde de lluvia
me sumergí en Miguel Hernández
sin más pertrechos que unas antiparras
despojadas de prejuicio
 
no pudo haber sido que un poeta
casi centenario nunca
me haya venido a buscar
para enseñarme cómo uno debe
enfrentarse a sí mismo con las armas
del verso liberador
 
yo que siempre creí que las banderas
rojas y negras flameaban
en los ojos miserables de los pueblos
sedientos de futuro
 
y Miguel Hernández que rimaba
trincheras con enredaderas
y cañones con canciones
y disparaba porvenires con el alma
con gatillos de pan
y empuñaduras de azafrán
 
porque un poeta es parte de su tiempo
pero también arroja sus botellas
a la mar de su futuro
para que alguien como yo
lego en audacias
las recoja de la orilla del presente
una tarde de lluvia
y me sumerja en sus aguas claras
 
clarísimas
 
y desde el interior
izarme
flamear como bandera rojinegra
como era este plan
el del futuro mejor
el del presente de Miguel
tiznado del paisaje cotidiano
de lo que verdaderamente
importa
la vida





Precipitaciones

dicen que en otros mundos 
a veces llueve 
en Venus llueve ácido sulfúrico 
en Titán llueve metano 
en el corazón de Neptuno llueven diamantes 
dicen haber visto nubes surcando Plutón 
en mundos más lejanos 
con nombres de largas cifras numéricas 
se estipula que llueven rocas, hierro y vidrio 
lo dice la NASA 
hay imágenes que lo demuestran 

en la Tierra 
siempre llueve en algún lado y 
siempre hay alguien triste que llora y
acompaña la lluvia con otra lluvia 

en la Tierra 
hay quien añora 
ver la lluvia en otro mundo 
así como hay quienes ven 
otros mundos en la lluvia 
mundos que la mayoría deshecha 
con encierros, paraguas 
y blasfemias 

todas esas formas de lluvia 
que alguna vez perdimos 
o soñamos o maldecimos 
todos esos mundos todo 
ese sistema galáctico 
comprendido en cada gota 
toda gota 
que cae